viernes, 27 de enero de 2012

El nazareno

El Nazareno, de Gabriel y Galán

Cuando pasa el Nazareno de la tunica morada,
Con la frente ensangrentada, 
la mirada del Dios bueno y la soga al cuello echada,
el pecado me tortura, las entrañas se me anegan
en torrentes de amargura, y las lagrimas me ciegan,
 y me hieren la ternura.

Yo he nacido en esos llanos de la estepa castellana,
donde había unos cristianos que vivian como hermanos
en república cristiana.

Me enseñaron a rezar,enseñáronme a sentir
y me enseñaron a amar;
y como amar es sufrir, también aprendí a llorar.

Cuando estas fechas caian sobre  lospobres lugares,
la vida se entristecia, cerrabansé los hogares,
y el pobre templo se abria,

Y detras del Nazareno de la frente coronada,
por aquel de espinas lleno, campo dulce,
 campo ameno de la aldea sosegada,

los clamores escuchando de dolientes misereres,
Iban los hombres rezando,sollozando las mujeres,
Y los niños observando.

¡Ohj, que dulce, que sereno caminaba el Nazareno
por el campo solitario de verduras menos lleno
 que de abrojos el calvario!

¡Cuán suave cuan paciente y cuan doliente caminaba
con la cruz al hombro echada,el dolor sobre la frente y el
amor en la mirada!

Y los hombres, abstraidos en hileras  extendidos,
iban todos encapados, con hachones encendidos
 y semblantes apagados.

Y enlutadas , apiñadas,doloridas,angustiadas 
enjugando en las mantillas las pupilas  empañadas
y las humedas mejillas,

viejecitas y doncellas, de la imagen por las huellas
santo llanto iban vertiendo.¡como aquellas  
como aquellas que a Jesús iban siguiendo!

Y los niños, admirados, silenciosos, apenados,
presintiendo vagamente dramas hondos no alcanzados
 por el vuelo de la mente,

caminabamos sombrios junto al dulce Nazareno,
maldiciendo alos judios, que eran Judas
 y unos tios que mataron al Dios bueno.

¡Cuantas veces he llorado recordando
las grandeza de aquel echo inusitado
 que una sublime nobleza inspiróle
 a un pecho honrrado!

La procesión se movia con honda calma doliente,
¡Qué triste el sol se ponia! ¡Cómo lloraba la gente!
¡Cómo Jesus se afligia!

¡Qué voces  tan plañideras el miserere cantaban!
¡Qué luces, que no alumbraban,
tras las verdes vidrieras de los feroles brillaban!

Y aquél sayón inhumano que al dulce Jesus seguia
 con el latigo en la mano,¡Que feroz cara tenia!
¡qué corazón tan villano!

¡La escena a un tigre ablandara!
Iva a caer el cordero, y a quel monstruo negro fiero
iba a cruzarle la cara con un látigo de acero.

Mas un travieso aldeano, una precoz criatura
 de corazón noble y sano y el alma tan grande y pura
como el cielo castellano,

razpazuelo generosque al mirarla, silencioso
 sintió la trágica escena, que le dejó el alma llena
de hondo rencor doloroso,

se sublimó de repente,se separó de  la gente, 
 cogió un guijarro redondo, miró al sayón de frente
 con ojos de odio  muy hondo.

paróse ante  la escultura,  apretó la dentadura
 aseguróse los pies, midió con tino la altura,
tendió el brazo de través,

zumbó el proyectil te,rrible, sonó un golpe indefinible
y del infame sayón cayó botando la horrible cabezota de cartón.

Los fieles,   alborotados por el terrible suceso,
cercaron  al niño airadospreguntándole admirados,
¿ porqué, porque has hecho eso?.

Y él contestaba , agresivo, con voz de aquellas que llegan
 de un alma justa alo vivo;
¡ Porque sí; porwue le pegan sin hacer ningun motivo!


Hoy que con los hombres boy,viendo a Jesús padecer,
Interrogándome estoy,¿Somos los hombres de hoy
aquellos niños de ayer?    


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